TAUROMAQUIA ¿ARTE O MASACRE?

Foto: Philippe Granier/Flickr. (tomado de http://www.tauromaquias.com/.)

El toro aparece con las culturas más antiguas de la humanidad, su imagen revestida siempre de una compleja simbología: origen de la vida, signo de la fertilidad, potencia genésica engendradora del hombre, animal celestial que convoca el rayo, entre otras. Las representaciones de toros más antiguas que conocemos se encuentran en las grutas y cuevas del Paleolítico Superior siendo las primeras escenas que recogen literalmente hazañas de hombres y mujeres danzantes, son las famosas pinturas del palacio de Cnosos, en Creta. Muchos de los detalles que hoy se conocen sobre el correr los toros y los rudimentos de la lidia durante la edad media y el renacimiento proceden de la rica documentación que nos proporcionan los pintores y miniadores de esos periodos. En algún momento de la historia cambio la relación entre el hombre y el toro, pues hoy en día el toro sólo representa un modelo de diversión y reproducción.
Veremos a continuación un análisis detallado de la tauromaquia, como arte y masacre.
1 Definición.
Se explica como el ritual o espectáculo en el que uno o más matadores de toros bravos lidian y matan reses bravas con precisas normas, reglamentos y suertes. Se hace en una plaza especialmente construida para este fin, a la cual van espectadores de todas las edades y grupo sociales.
2 Historia.
2.1 Edad media.

Los primeros intentos de elaborar una tauromaquia, que se parece un poco a la moderna no se producen, sino hasta el siglo XVIII y primeras décadas del XIX, aunque sus antecedentes, en formas distintas, se remontan hasta la España medieval. Algunos historiadores resaltan un carácter cinegético y deportivo en los años medievales del hombre con el toro. En los textos en los que nace la lengua castellana escrita, las referencias a correr los toros aparecen ligadas, y con carácter de costumbre remota, al regocijo de los asistentes en distintas celebraciones y festividades. Así se ve reflejado en la Crónicas: El Cantar de mío Cid , en las de Los siete infantes de Lara y La peregrinación del rey Luis VII de Francia a Santiago de Compostela. También en el Poema de Fernán González.
2.2 Renacimiento.
En el siglo XVI aparece el toreo caballeresco, que tendrá su culminación en el siglo siguiente. Fiestas y ferias con concurrencia y muerte de toros, que eran más parecidas a los torneos que a la corrida según su entendimiento actual y en las que participaban los nobles como uno más de los modos de demostración de su fuerza y arrojo, así como de su galanura y cortesía. Del temor del diestro a huir ante el peligro de la cornada, por cierta e inminente que ésta sea, procede uno de los dichos que todavía se conservan en el argot taurino: tener vergüenza torera. Se empezó a usar al caballo como parte importante de las corridas. Un “valiente” salía montado en su corcel a enfrentar al toro, aturdido por la multitud. De ésta modalidad existieron dos variantes: la llamada rostro a rostro y al estribo. El noble, montado en su cabalgadura, se enfrentaba al toro en un recinto cerrado, esperando su embestida de frente; hundía la lanza o pica en cualquier parte del cuerpo de la res, procurando apartarse de la trayectoria de la embestida y causar, además, una muerte fulminante. Pasa por ser su creador, aunque no todos los tratadistas se ponen de acuerdo, don Pero Ponce de León. Estas celebraciones tenían también una vertiente popular en la que muchos de los intervinientes alanceaban o molestaban al animal desde distintos lugares del recinto hasta llevarlo a la muerte.
2.3 Barroco.
Durante el siglo XVII, en estas prácticas propias de las novelas de caballerías, la lanzada se sustituyó por suertes más complejas que, aunque todavía primitivamente, anuncian el futuro rejoneo. Los primeros matadores de toros a pie de los que se tiene referencia histórica datan de 1385 y se puede afirmar que durante los siglos XIV y XV esta primitiva modalidad del toreo era la única y dominante en Navarra, Aragón y los Pirineos. En su expansión al resto de los territorios taurinos, la gente de los pueblos y los lacayos desempeñaron un especial papel, junto a los nobles y caballeros, como ayudantes de los mismos en las ocasiones de peligro dentro de la arena. Solían protegerse de las acometidas del toro con una capa que llevaban doblada sobre el brazo y usando cuchillos o espadas. Cualquier herida que se infligiera al animal era considerada como buena.
2.4 Siglos XIX y XX.
El siglo XIX ha sido denominado la primera edad de oro del toreo, las primeras tres décadas fueron un importante decaimiento del arte taurino. Primero, por la prohibición dictada en 1805 por el rey Carlos IV de celebrar corridas de toros o novillos en todo el reino; después, por la larga Guerra de Independencia y sobre todo, porque tras la muerte de Pepe-Hillo no surgió hasta 1830 ningún torero que mandase por su arrolladora personalidad en los ruedos. Luego aparece Francisco Montes Paquiro, al que se llamó el Napoleón de los toreros y al que también se le conoció con el apodo de el gran legislador, cuya alternativa coincidió con los comienzos del romanticismo. Fue el alumno más brillante de la Escuela de Tauromaquia de Sevilla. Pero su mayor aportación a la lidia fue la publicación en 1836 de su Tauromaquia, que fue la primera que combinaba los elementos técnicos con los fundamentos tácticos de la lidia y con la primera organización de las cuadrillas y las funciones de cada uno de sus participantes. Otro Alumno también de la Escuela de Sevilla fue el madrileño Francisco Arjona Cúchares, siendo su toreo efectista, generoso con los gustos del público, por más que pudieran ser inclinaciones vulgares y de una extrema sabiduría sobre las reacciones del animal. Sus inconfundibles pasos y métodos, son únicos en la tauromaquia y algunos toreros los usan hoy en día.
Durante el siglo XX, el arte de torear pasa en España por momentos temor, transición y evolución: los años que preceden a la Guerra Civil, la década posterior y lo acontecido en su recta final. Después de más de una década considerada de transición, la aparición y enfrentamiento de las figuras de Joselito y de Juan Belmonte fundaron la denominada “edad de Oro del toreo moderno”, que se extiende desde la toma de alternativa de Belmonte, el 16 de octubre de 1913, hasta la muerte de Joselito el 16 de mayo de 1920 en Talavera.
Dos concepciones y dos sentimientos del toreo, dignos y trascendentes por igual, contendían, no por el primer puesto en el escalafón, sino por conquistar la más alta cumbre del toreo. La rivalidad entre ambos no perseguía la eliminación del contrario del planeta de los toros, sino que, antes bien, Joselito uso su extraordinario conocimiento y sus facultades, mientras Belmonte añadió a su personalidad única un mejor dominio de los secretos de la lidia, que los aprendió de Joselito. Así, técnica y arte concurrían en el verdadero nacimiento del toreo moderno. Juan Belmonte impuso una nueva forma de torear y consistía en la quietud de los pies y la templanza, la despaciosidad en la realización de las suertes, por lo que fue y será considerado como el fundador del toreo moderno. Se asignó la concepción belmontista y se inició la que ha sido llamada edad de plata, que cubre la década de 1920 a 1930, y que se podría extender hasta la conclusión de la siguiente, sellada por la Guerra Civil. Fue esta una época ensombrecida por la cantidad de toreros muertos por las astas de los toros, como Manuel Granero en 1922 e Ignacio Sánchez Mejías en 1934. Los toreros más importantes de entonces fueron Marcial Lalanda, Manolo Bienvenida, Pepín Martín Vázquez y Domingo Ortega.
3 Características.
3.1 lenguaje.
Algo importante para comprender el desarrollo de la lidia de un toro es fijarse en el lenguaje de sus protagonistas, desde que sale a la plaza hasta que es levantado en hombros el torero. Se muestran señales tales como:
3.1.1 El lenguaje del pañuelo.
El presidente de la corrida, transmite todas sus órdenes a los toreros, personal de plaza y asistentes, sacando pañuelos de distintos colores y cada uno de ellos tiene diferentes significados: un pañuelo blanco para el comienzo de la corrida, la salida de los toros, los cambios de tercios y, si se producen, los avisos; un pañuelo verde para devolver un toro malo o apocado para la lidia a los corrales; un pañuelo rojo si el animal es condenado a banderillas negras; un pañuelo azul si, por su bravura y calidad, se le concede al toro la vuelta al ruedo; y un pañuelo naranja si, por su clase y bravura excepcionales, se produjera el indulto de la res.
3.1.2 Pases.
Los pases se dividen en tres: pases naturales o regulares, en los que el toro llega, toma y sale por el mismo lado que le cite el torero, es decir, de la mano que lleva la muleta. Pases cambiados son aquellos en los que el toro sale por el lado contrario al del cite. Y pases ayudados son los que hacen intervenir ambas manos, al sujetar una la muleta y la otra el estoque.
3.3 Reglamento.
Son ordenamientos taurinos que afectan a los protagonistas fundamentales de todas las corridas de toros. Los primeros documentos que demuestran el intento de poner un mínimo de orden en las perturbadas corridas del siglo XVII, fueron decretados por el Consejo de Castilla y la Sala de Alcaldes de Casa y Corte.
Una de las prohibiciones más curiosas fue la que hubo que sancionar hasta bien entrado el siglo XIX, y que en algunas plazas no se aplica: “No se arrojará a la plaza, tendido ni otros sitios de ella, perros, gatos, cáscaras de naranjas, frutas ni otras cosas”. En todos los países en los que se celebran corridas de toros hay reglamentos, aunque son diferentes entre ellos. En Francia, las asociaciones taurinas francesas, emiten cada año un reglamento que tiene validez sólo para ese año. Portugal tiene también el suyo propio, que incluye excepciones con respecto a las de otros países taurinos, como es la exclusión de matar al toro en la plaza. En Latinoamérica, en especial en Colombia, Venezuela y México, cuentan con legislaciones diferentes, aunque su común origen sea el reglamento español.
3.4 Personal de la plaza.
3.4.1 El sobresaliente.
Se denomina así al matador o novillero, por lo general de no mucho cartel, que complementa el de las corridas mano a mano o en aquellas en las que se anuncia un único espada, y que sólo interviene por accidente o cogida de los anunciados que les imposibilite seguir con la lidia.
3.4.2 Mozo de espadas.
Suele ser quien le viste y desviste al torero, en ocasiones es quien aconseja, sobre todo a los noveles, sobre las condiciones del animal y, a veces, quien comparte de modo más personal las penas del fracaso y algunas de las alegrías del triunfo.
3.4.3 Banderilleros.
Los banderilleros, también llamados subalternos y peones de brega, son, como su nombre indica, los encargados de banderillear al toro; es decir, clavar pareando los rehiletes o banderillas en lo alto del lomo del toro.
3.4.4 Los alguacilillos.
Los alguacilillos, reciben del presidente, como ocurría entonces, la llave de la puerta de toriles y encabezan el paseíllo. Su labor principal es la de transmitir las órdenes del presidente a los toreros y las peticiones de éstos.
3.4.5 La cuadrilla.
Son los acompañantes de los matadores, cada uno de los diestros lleva en la cuadrilla dos picadores y tres banderilleros.
Cuando es un mano a mano; entre dos matadores, cada uno de los diestros se compone de tres picadores y cuatro banderilleros.
En solitario, el matador único se acompaña de dos cuadrillas normales completas más la suya propia.
4 Aspectos positivos.
4.1 Organización.
Gracias a su gran acogida que tuvo la tauromaquia, en sus inicios, su organización fue excepcionalmente rápida, en comparación con otros deportes, su distribución empezó a formar parte de la cultura de los pueblos y posteriormente de las ciudades, y como se construían estadios, coliseos, así también lo hacían las imponentes plazas de toros.
4.2 Convocatoria de gente.
Hasta bien entrado el siglo XIX se mantuvo la costumbre medieval de comunicar tales acontecimientos mediante el pregón, que se pronunciaba en las calles y plazas públicas los días anteriores a su celebración. Los carteles también jugaron un papel fundamental en la convocatoria de los espectadores, estos eran colocados en los muros exteriores de la plaza y en sitios estratégicos de la ciudad.
Dicha propaganda tuvo un gran impacto en la gente que los veía y escuchaba, así fue como surgieron los primeros asistentes, unos por curiosear y otros por diversión llenaban las plazas.
5 Aspectos negativos.
5.1 Burla del toro
Luego de pasar por horas sin comer y de soportar angustiosas torturas el toro es soltado al ruedo en donde es recibido por un picador, quien con un largo bastón desgasta al toro, hasta dejarlo exhausto, luego viene un banderillero que clava sobre el lomo del vacuno unas banderillas, con el objetivo de irlo desangrando, finalmente y como por si no fuera poco el toro es humillado públicamente por un torero, quien pone fin a esta burla, con un espadazo entre el cuello y la línea dorsal, zona denominada cruz, rubios o agujas, da fin al agotado animal.
5.2 Matanza de animales.
Parece ilógico que un animal de 250 kilos pueda ser muerto por otro de tan sólo 70, también es insensato pensar que sólo se críen toros para satisfacer los placeres de una multitud enardecida por la sangre. Y no solo a los grandes toros se los mata también a los novillos, que son utilizados en el aprendizaje de los futuros matadores.
6 Animales involucrados.
6.1 Toro de casta.
Raza característica de los bóvidos que sólo existe en la península Ibérica, en el sur de Francia y en aquellos países de Latinoamérica en los que los españoles lo exportaron después del descubrimiento.
6.2 Caballos.
Los caballos de picar son examinados y reconocidos, como los mismos toros, por los veterinarios, que han de certificar su estado y movilidad. En las plazas de primera y segunda categoría no pueden tener un peso inferior a 500 kilogramos ni superior a los 650. Salen al ruedo protegidos para impedir, que resulten heridos. Se les tapa, también, el ojo derecho con un pañuelo para que cuando el toro los embista, no huyan.
7 Influencias.
7.1 Sociedad.
En pleno siglo XXI, en donde el ser humano tiene un concepto más amplio del mundo, las prácticas sangrientas siguen de moda como si se tratara de la antigua roma, en donde a la gente se le mantenía entretenida con el famoso “pan y circo”. Esto no parece a ver cambiado, pues aun persiste la muerte como medio de atracción.
7.2 Conservación de animales.
Ciertas organizaciones sin ánimo de lucro, están buscando concienciar a la humanidad, de lo nefasto que puede ser algunas prácticas del hombre en contra de los animales, empezando por los niños y jóvenes para que no practiquen deportes que tengan que ver con la matanza de animales, también hacen campañas para que van en contra de las leyes que respaldan dichos deportes.
8 Contraste con otros deportes.
8.1 Hombre vs. Animales.
Mientras en la mayoría de deportes se prueban las habilidades y limites del ser humano, en otros se satisface la egoísta y falsa necesidad de matar, a animales completamente indefensos, pues cualquier animal que se enfrente al hombre está en una gran desventaja frente a los hombres.
Desde hace siglos el hombre ha tenido que competir con animales, en el principio para sobrevivir, ahora esa competición se ha vuelto una rivalidad, sangrienta y desigual, puesto que el ser humano ha contado con la ventaja que le da su inteligencia, su capacidad de adaptarse más fácilmente que sus contrincantes y la forma como utiliza y modifica su ambiente.
Los animales un poco más lentos en su adaptación han visto al hombre acabar con especies y ecosistemas enteros. Mientras los animales sigan siendo utilizados como diversión no cabe la menor duda de que al paso que va el mundo, estos no aguantaran el ritmo desenfrenado del hombre y perecerán.
9 Conclusión
No hace falta ser un gran estudioso, para darse cuenta que: La tauromaquia es un deporte frustrado, que sólo busca la satisfacción de un público. Tal vez Charles Darwin definiría esta práctica como una involución del ser humano; no estamos adaptándonos al medio, lo estamos destruyendo.


Por: David Montoya


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