Una enfermedad llamada poder

El primer arte que deben
aprender los que aspiran
al poder es el de ser
capaces de soportar el odio.
Séneca

El poder es efímero, finito, ocasional. Negativamente funge como un elemento que contusiona y enferma al que no puede controlarlo, que atiende a la locura y al terrible engreimiento y a la disminución, a la incapacidad de la soberbia, a la tiranía. El poderoso sin aptitud es destructivo, vulgar, insípido. Amputa espíritus, transforma caracteres, retuerce mentes y constituye las ambiciones desmedidas que caen en el fatalismo; discontinúa, desfallece, encarcela almas. Formula un deterioro paulatino en la naturaleza humana, fomenta el egoísmo, capitula las máximas formas del deterioro, de la desaparición en cualquier forma de organización; pierde todo anhelo y nobleza en el hombre.
Aquel que puede cargar con la titánica responsabilidad de imponerse con la razón, que puede retar al incomparable futuro y resarcir los cimientos desgastados y corruptos, que engendre la idea de la superación y tenga la suficiencia y facultad para engrandecer al espíritu, sea cual fuere su medio o método, deja de lado la condición humana y enciende la santa ascua de la inspiración: la creación del hombre, el resurgimiento del hombre, el dueño de sí. El poder no tiene teorías, ni conquistas, ni suposiciones. Es característico del que enfrenta o que practica la reverencia de la servidumbre. La transición impuesta, el yugo forzado en el poderoso será inservible ante el libertario.
Quien ocupe un poder real será un grito imponente que levante conciencias, que cierna los ideales más profundos y las altas aspiraciones de los hombres. Se impondrá como un profeta, a veces incomprendido, que tendrá que destruir lo inservible y levantar columnas en la fértil tierra del futuro. Inspirará, realzará, fortificará los templos de la verdad, y con decisión, llevará a los depositantes de su libertad a los fines perseguidos. No impondrá salvo en las situaciones que necesiten de un peligro al fin o a la integridad de los postulados; ni jamás, en ningún momento, deberá pensar en la eternidad del poder, que como trascendió hasta él seguirá hacia otros.
“1984 sitúa su acción en un Estado totalitario. Como explica O’Brien, el astuto y misterioso miembro de la dirección del partido dominante, el poder es el valor absoluto y único: para conquistarlo no hay nada en el mundo que no deba ser sacrificado y, una vez alcanzado, nada queda de importante en la vida a no ser la voluntad de conservarlo a cualquier precio. La vigilancia despiadada de este Superestado ha llegado a apoderarse de la vida y la consciencia de sus súbditos, interviniendo incluso y sobre todo en las esferas más íntimas de los sentimientos humanos. Todo está controlado por la sombría y omnipresente figura del Gran Hermano, el jefe que todo lo ve, todo lo escucha y todo lo dispone. Winston Smith, el protagonista, aparece inicialmente como símbolo de la rebelión contra este poder monstruoso, pero conforme el relato avanza está cada vez más cazado por este engranaje, omnipotente y cruel. Por su magnífico análisis del poder y de las relaciones y dependencias que crea en los individuos, 1984 es una de las películas más inquietantes y atractivas del siglo XX” (extraído de la pagina: http://www.minid.net/20/05/2009/ ).
La película 1984, refleja el modo de vida de una sociedad vigilada por una Nación que manipula la forma de actuar y pensar de cada una de las personas. Además, deja en claro que la máquina y el Estado han triunfado sobre el hombre. En todos los tiempos han existido dentro de una sociedad diferentes tipos de gobiernos controladores y dominantes, y por qué no, medios masivos de comunicación a favor y en contra de ese poder político, que han manejado irregularmente la información.
Los gobernantes de un país buscan obtener cada vez más influencia en el modo de vida de su pueblo y que esa gente sea lo más ignorante posible para que se pueda controlar más fácilmente; es por ello que en la mayoría de los países en vías de desarrollo se invierte poco dinero en la educación. Además, el hecho de dirigir una sociedad con escasa cultura permite que nadie se rebele contra el poder de turno y de esa manera los poderosos puedan llevar a cabo su forma de gobierno sin cuestionamientos.
Los medios de comunicación son considerados el cuarto poder y eso les permite decidir qué se puede publicar o no, de quién se puede hablar o no y corregir aquello que perjudique la imagen de alguna figura relevante. Es claro, además, que el material que difunden los medios puede influir directa o indirectamente en la opinión de los consumidores, los grupos integrados por medios gráficos, radiales y televisivos, tiene su línea ideológica definida. En efecto, no hay que olvidar que un medio es una empresa que depende del dinero para salir adelante y no puede hacer nada que perjudique a quien sostiene el producto.
Los personajes de esta película están constantemente sometidos a una fuerza denominada Gran Hermano, que controla sus movimientos en cada aspecto de sus vidas; funciona como un regulador de las acciones de los ciudadanos y manipula todos los medios de información. Hay un dicho popular que afirma: "No hay peor ciego que el que no quiere ver", y analizándolo a la luz de la realidad se puede decir que los ciudadanos actúan casi ciegamente sin cuestionar al Estado. Pero es importante destacar que a medida que los gobernantes defraudan a la población, generan un rechazo generalizado que se manifiesta mediante protestas de diferentes magnitudes.
En el mundo real y cotidiano, las personas tienen una vida regulada y controlada por un Estado que no interviene directamente pero está presente en los pasos de cada uno. A ciencia cierta, nada de lo que se ve en televisión es como parece y las cosas son según el color del cristal con el que se miran. Nada es lo que parece, todo es subjetivo, relativo y mutante en el tiempo y espacio en el que se desarrolla. Es hora de que los habitantes de cada lugar en el mundo abran sus ojos y puedan ver qué se les está ofreciendo desde el poder político. De esta manera, muchas cosas podrían cambiar y se construiría un mundo mejor en el que reine la honestidad y el respeto que son valores fundamentales para cualquier sociedad democrática y para los medios masivos de comunicación, que tienen la obligación de transmitir los hechos tal cual son. (Cabe decir que es un argumento muy idealista, pero bueno…).
El hombre es capaz de aniquilar su propia especie, con tal de satisfacer su ego.
Por:Alexander Botero


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